La FIFA se ha empeñado en mercadear cualquier torneo en el planeta. Parece ser que el afán de vender su producto fútbol no tiene límites y sin importar la calidad, interés o importancia del evento, nos lo quiere meter por los ojos.
El mundial de clubes es el ejemplo más claro de una Copa millonaria que no reviste interés alguno en los fanáticos del mundo balompédico, salvo de aquellos equipos involucrados. Hacer lucir a juro a los emergentes clubes de África, especialmente del medio oriente y Asia por el tema del dinero es intentar llenar contra corriente, un calendario ya bastante saturado para jugadores y aficionados.
Todos queremos ver fútbol constantemente, pero el exceso de torneos internacionales en las pocas fechas libres del devenir habitual de partidos de ligas, Copas, eliminatorias, amistosos, selecciones, etc. Nos lleva a “comernos” todo el plato servido aunque no tengamos hambre. Los organizadores de la Federación Internacional de Fútbol intentan a toda costa sacar el mayor provecho económico a los clubes, explotando el interés de los países en vías de desarrollo futbolístico, sin importarle el desgaste de los verdaderos protagonistas en definitiva los jugadores.
Esta problemática ha venido aumentando las diferencias con las asociaciones y sindicatos que defienden el trabajo de los jugadores. Razón tienen si entendemos que los actores no son piezas en el juego de Ajedrez de la FIFA.
El organismo debe reflexionar en muchas cosas: Los horarios con temperaturas extremas, los agotadores calendarios, el respeto a los jugadores, la igualdad a las selecciones, los reglamentos asfixiantes y en definitiva, el equilibrio en sus ambiciones económicas cuando explota el juego, su mercancía más valiosa.
Todo exceso es malo y la proliferación desmedida de torneos FIFA, bajo las normas y exigencias de la misma, muestra un desbalance incómodo.
Dentro del desarrollo enorme de este deporte, la máxima entidad del fútbol internacional, más poderosa que el Vaticano, esta obligada a escuchar también a sus feligreses en esta religión del deporte. Muchas misas, poco culto.
TONY CARRASCO
@tonyentrevistas