Desde Rusia: El bulevar Nikolskaya es una fiesta todos los días al asechar la noche

El bulevar Nikolskaya es una fiesta todos los días al asechar la noche, turistas y fanáticos del mundo entero lo convierten en la calle de las naciones unidas, donde bajo un cielo de estrellas artificial, suenan los más variados cánticos nacionalistas y expresiones genuinas del folklore y la cultura de cada país del orbe.

Un tunesino toca el tambor forrado de cuero de oveja mientras baila a su eco una chica española vestida de flamenco y muy cerquita el sonido se confunde con el escándalo de la samba brasilera de torsos desnudos y garotas de cuerpos exuberantes; ¡Es la locura ! mientras veo a los sudamericanos compitiendo en colorido cada cincuenta metros entre vallenato cafetero, consignas peruanas y multitud de argentinos que pasan con sus estrofas preparadas el trago amargo de la actuación albiceleste.

Precisamente los chicos han puesto a temblar a las selecciones favoritas y el golpe más duro ha sido Argentina. Víctima de “memes” y burlas virales el penal fallado por el Mesías y el error de un Caballero, sacaron de quicio a un pueblo y desesperaron a un técnico tatuado que nunca encontró la formula victoriosa.

Los teutones tampoco la pasan bien, primero se apagan en la histórica derrota frente a los aztecas y luego esperan hasta el último suspiro frente a los escandinavos  para demostrar que a pesar del mal fútbol los alemanes nunca se rinden, ¡no duden nunca de nosotros! parecen gritar, como también entonan los mejicanos en cada “!Ay ay ay ay! Canta y no llores…!” con sus sombreros de charros y disfraces del Chavo o el Chapulín.

La batalla por el liderato de goleadores comenzó temprano y mientras un Cristiano parecía apoderarse en solitario del cetro, aparece como una sombra negra e inmensa un belga de ascendencia congoleña, dejando atrás a un cosmonauta ruso y matador amazónico reencauchado por los ibéricos. Ronaldo, Lukaku, Cheryshev y Costa pelean la Bota de oro.

De todo lo visto en las modernas tribunas rusas, escenarios tan espectaculares como la propia nación, rescato el futbol de Bélgica. ¿ Quién habló de sorpresas? Esta generación dorada de los “Diablos Rojos” sólo confirma su gran momento desde la seguridad del altísimo Curtois en la portería, pasando por la mágica creación medular de Witsel, De Bruyne y Carrasco; hasta la ofensiva letal de Hazard y Lukaku.

Definitivamente los “Gilles” ponen el colorido y la diversión en el campo como lo hacen en el carnaval de Binche todos los años y ahora también en las calles amontonadas de Moscú.

Hasta ahora el mejor fútbol del mundial, después de todo para eso estamos aquí.

Tony Carrasco